miércoles, 6 de abril de 2011

(Re)tardofranquismo - 1ª parte

Si esto no es fliparse, que baje una bola de
tallarines con dos albóndigas por ojos y lo vea
Cada vez que resintonizo la TDT, me paso un buen rato borrando -por enésima vez- todos los canales de telebasura nacionalcatólica y tardofranquista. Y a medida que voy pasando canales y viendo como en sus pútridas tertulias vomitan ese interminable discurso de odio y bilis digno de la cantina de un manicomio, me quedo anonadado admirando con la boca abierta la convicción y el entusiasmo que ponen en todos y cada uno de sus rebuznos.

La apología del franquismo, a diferencia de las apologías del terrorismo de otros signos, está tolerada en este país e incluso goza de un cierto apoyo popular en ciertos sectores de la población. Tal vez sea por causa de este soporte, y de una transición hecha de aquella manera, que todavía no se ha legislado en serio un punto final de la dictadura y por esa razón no conseguimos quitarnos de encima ese aroma a alcanfor revenido del Franquismo sociológico. Y es que, a diferencia de otros países occidentales con verdadera tradición democrática, aqui todavía disfrutamos de un vacío legal que permite fundar partidos políticos, manifestarse de uniforme haciendo el saludo romano o vender todo tipo de merchandising de lo mas surrealista y delirante. Si se te ocurre hacer esto mismo pero con apologías de la Jihad, de la ETA o del nazismo alemán tendrás serios problemas, pero el franquismo y la iglesia católica gozan de una amplia inmunidad que les permite decir cualquier cosa, por burra que sea en cualquier medio público con total impunidad.

Aun así, estoy plenamente convencido de que la gran mayoría de estos tertulianos ni siquiera son fachas de verdad, sino que aprovechan este vacío legal para hacerse famosos rápida y fácilmente gracias al márketing viral que consiguen a base de encabronar al personal. Y es que, si quieres hacerte un hueco en el mundo del famoseo, tendrás que hacer cosas desagradables como chupársela a un torero o comerle todo lo negro a alguna ex-cupletera decadente. Y aun así, nadie te garantiza la portada del que me cuentas porque hay mucha, pero mucha, competencia en ese sector. Sin embargo, si aprovechas una aparición fugaz en cualquier tertulia de mierda en cualquier tele de escaso presupuesto y dudosa ética para soltar por la boca tanta basura tardofranquista como puedas, al día siguiente estarás en youtube, la gente te colgará indignada en sus muros de facebook al grito de "mirad lo que ha dicho el hijoputa este" y el Gran Wyoming te hará un montón de publicidad en su programa. Di que Miguel Hernández merecía morir, que se tenía que haber enterrado a mas gente en las cunetas, que fue una época de extremada placidez, que se te pone dura al pensar en las vejaciones y torturas que se practicaban en las comisarías del régimen y que las ostias como panes que repartían los grises eran completamente necesarias. Si eres capaz de decir este tipo de cosas ante una cámara sin pestañear ni sonrojarte, no solo no tendrás que afrontar ninguna consecuencia sino que te harás famoso de la noche a la mañana por obra y gracia de la telebasura política y el marketing viral. Ya sabes, aquello de llamar la atención dando asco.

Un poco al estilo del clásico problema de la gallina y el huevo, cabe preguntarse que fue primero. ¿Aparecieron de la nada las radios, la prensa y las teles de corte fachoide o existía ya un público ampliamente receptivo y los medios no hicieron mas que aprovechar la demanda existente y llenar ese hueco mediático (llenando, de paso, sus bolsillos)? Aunque no puedo apoyarme en ninguna investigación seria que lo avale y tan sólo puedo basar lo que digo en mi propia observación y experiencia personal, me inclino a creer que ya existía un amplio público dispuesto a pepetrar el trasnochado discurso del franquismo y a consumir de buena gana todo tipo de merchandising. Desde la mas delirante literatura revisionista hasta polos con cuellos de fantasía o las banderas con simbología aviar fabricadas en la misma factoría china que hace también las del Barça y las de Bob Marley. Si existe el mercado, mas temprano que tarde alguien venderá el producto.


Paco, el superhéroe

Robado del blog  www.humordederechas.com,
el cual recomiendo encarecidamente.
El culto a la personalidad en las dictaduras es muy parecido al fenómeno fan de la preadolescencia. Si el departamento de marketing es bueno y el público está receptivo sus seguidores llegarán a sentir una adoración tan insana como obsesiva, no ya por el personaje real, sino por el mito y la imágen mental que se han creado de él, llegando a desarrollar por cuenta propia toda una colección de folklore y leyendas urbanas que realcen sus virtudes y bondades. Personalmente, siento una especial predilección por la siguiente anécdota, una verdadera joya del imaginario carpetovetónico que ilustra a la perfección como se percibe al personaje en los entornos afines.

Cuenta la tradición que al dictador le apasionaba la paella y que cada jueves se presentaba sin avisar en un restaurante de Madrid, escogido al azar, con la intención de degustar y supervisar el menú de la casa. Y como ningún mesonero del imperio habría osado desagradar al caudillo de las tierras y los hombres de españa por la gracia de dios, todo incluian en el menú este plato por ser su favorito. De este modo, y gracias a la persistencia de nuestro bienamado caudillo, aún medio siglo mas tarde las abnegadas clases trabajadoras pueden disfrutar un día a la semana de tan suculento manjar a precio de menú barato.

La anécdota no tiene pies ni cabeza, claro, pero reune todos los ingredientes de folklore retardofranquista. Destaca la omnipresencia del caudillo, que lo mismo te inauguraba un pantano, que te fusilaba unos rojos, que te dictaba leyes por tu bien o te preparaba un taper de paellita con gambas y mejillones para que te lo llevases a casa. Lo de la paella es, precisamente, el segundo elemento a destacar: la preocupación de don Francisco por el bienestar del pueblo, como si de sus hijos tontos se tratase, hasta el punto de irse a los bares de la plebe a comprobar que se les alimentaba bien. Querido Paco, con lo fácil que hubiera sido quedarse en Palacio y que tu cocinero personal te prepare la paellita con dos bogavantes, lo socarrat en el fondo y el arrocito al punto de cocción que a ti te gusta. Con lo fácil que hubiera sido y en lugar de eso te sacrificas por la chusma, impones la paella por decreto y la supervisas personalmente. Y todo para que los muy desagradecidos te monten una democracia en cuanto te mueres. No te merecen, Paco, no te merecen.

El elemento final sería el acojone de los hosteleros -de todos los hosteleros y en todo el país- tan grande que, aún día de hoy, a ninguno se le ocurriría servir fideos a la cazuela o lentejas un jueves por temor a ser fusilado. Da a entender que los logros del franquismo se extienden hasta nuestros días y, como si fuera una moraleja de Samaniego, viene a demostrar que el pulso firme y el estilo dictatorial -aunque maten gente- también traen consigo cosas buenas: Traen paella, y la paella es buena. Recuerdalo la próxima vez que chupes la cabeza de una gamba, progre de mierda.

Tienen tanto en común que no se soportan
Con todo esto, lo que intento decir es que hay que estar un poco bastante flipado para percibir la realidad de una forma tan alterada. Fíjate en como hablan y verás que siempre se refieren al dictador como si fuera alguien a quien conocían en persona. Dicen cosas como "Franco hacía las cosas a su manera" o "Franco era muy listo y no se dejaba vacilar por nadie" o incluso "Franco a las buenas era muy bueno, pero a las malas ponía firme a todo dios", como si en vez de un jefe de estado hablasen del director de un instituto o del encargado de una planta del corte inglés. ¿A que has escuchado este tipo de comentarios una y otra vez, incluso en boca de gente que ni había nacido o que como máximo podía tener diez años de edad cuando el dictador murió? Su percepción de la historia reciente no solo se ha distorsionado, sino que se ha simplificado hasta extremos ridículos. Si analizas un poco su discurso, verás que su visión del mundo es como una gran telenovela en la que hay superhéroes como Franco y Aznar, supervillanos como Zapatero y Rubalcaba y todo lo demás son personajes secundarios como Hugo Chávez -el villano secundario-, Berlusconi -el secundario excéntrico y entrañable-, Obama -que sería algo así como el director Skinner de los Simpson- y un largo etcétera de personajes que siempre -siempre- tienen el rol de "bueno" o "malo" asignado.

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