martes, 28 de junio de 2011

El cambio a Sociedad 2.0 (Parte I)

Los medios y las noticias están ocupadas casi exclusivamente por políticos, tertulianos, periodistas que recibieron el carnet en una tómbola, todólogosenteraos de la vida y otros tipos de bocazas profesionales que simplemente hablan y hablan sin tener ni puta idea de que está sucediendo realmente. Se buscan culpables, cabecillas, organizaciones terroristas, cúpulas inexistentes, conspiraciones, caras visibles y cabezas que cortar. Se dan palos de ciego porque se está buscando algo que -simplemente- no está ahí. Y no está ahí porque no existe. Es cierto que nos desinforman, pero también lo es que no sabrían informarnos correctamente porque ellos son los primeros en no comprender que está sucediendo.

El despertar de un gigante

Permíteme comenzar contando el final de un libro. No es que hacer espoilers sea mi práctica favorita pero la única forma el la que me veo capaz de explicar esto, de modo que SPOILER ALERT!!.

En El fin de la infancia, el bueno de Arthur C. Clarke nos contó la historia de como, guiada por unos extraterrestres benévolos llamados SuperLords, la humanidad avanza hacia lo que podríamos llamar una madurez social y, de ahí, hacia su siguiente estado en la evolución. Como curiosidad, la novela se escribió en 1953 y algunos de los adelantos que estos SuperLords traían consigo existen actualmente, como las pruebas de paternidad por ADN o la mensajería instantánea. Pero los extraterrestres y su tecnología super avanzada para la época son tan sólo un engranaje dentro de una maquinaria narrativa que en el fondo nos trae otro mensaje, esto es, que la humanidad llevada por los cauces adecuados evolucionaría hacia el siguiente nivel en la escala evolutiva.

La sorpresa al final del libro es que ese salto evolutivo no hace que los humanos sean mas altos, mas fuertes o que vivan mas años ya que no nos mejora como individuos, sino como especie. El fin de la infancia es el despertar en la madurez de una conciencia colectiva, en la que todos los individuos que se suman a ella pasan a formar parte de una gigantesca red neuronal interconectada. Mas allá de la consciencia individual, florece la sociedad como un super-individuo. El concepto no es nuevo en la ciencia ficción ni extraño para la ciencia cotidiana: se considera organismos múltiples a las colonias de insectos sociales como las hormigas o las abejas, a los bancos de peces, a las masas de individuos o a los ejércitos.

Es decir, la inteligencia colectiva o los organismos múltiples siempre han existido en nuestra propia especie, pero a diferencia de hormigas o abejas, los humanos en masa resultábamos torpes y difíciles de organizar. Para coordinar un ejercito hace falta autoridad y una disciplina férrea que dirija a todos los individuos en la dirección adecuada y sume sus fuerzas. Partidos políticos y sectas funcionan de un modo parecido, con el liderazgo de una organización completamente vertical que anule cualquier atisbo de individualidad cuando es necesario. Solo así se consigue convertir a lo que de otro modo sería una masa descontrolada en un ejercito eficaz, un partido poderoso o una secta influyente. Hasta ahora ha sido siempre así, y lo ha sido por una razón muy sencilla: La masa es torpe e ineficiente a la hora de autocoordinarse. El individuo puede ser inteligente, pero la masa se mueve a empujones. El individuo puede ocuparse de muchas cosas a la vez y recordar muchos datos, pero la masa solo puede centrarse en un objetivo y tiende a olvidar con facilidad. A lo largo de millones de años de pequeños cambios evolutivos, las hormigas o las abejas han sido capaces de coordinarse hasta formar una inteligencia de enjambre que garantice su propia supervivencia. Sin embargo, las personas somos incapaces de hacerlo sin un liderazgo firme, salvo muy contadas excepciones de autoorganización histórica, la única forma de coordinar esa anárquica forma de vida era a través del liderazgo y estableciendo unas jerarquías muy claras y definidas.

El poder, esto es, quienes ostentan el liderazgo desde las capas mas altas de la sociedad, conoce muy bien esas pocas excepciones de autocoordinación y ha aprendido como prevenirlas o atajarlas de raíz: A lo largo del siglo XX se han ido perfeccionando las técnicas de manipulación masiva que nos han mantenido aletargados, sumisos y entretenidos comprando todo aquello que creíamos necesitar para ser felices o votando a quien creíamos haber decidido votar por iniciativa propia. Pero los nuevos tiempos traen consigo nuevas herramientas, y las herramientas a su vez traen cambios que en un principio no estaban contemplados. Y, a veces, las herramientas derivan en otras herramientas mejores o ayudan a desarrollar herramientas nuevas, las cuales a su vez inician otro ciclo. Y en ello estamos, los últimos 20 años los hemos pasado inmersos en un continuo desfile de avances en materia de ordenadores, chismes digitales, redes y dispositivos que en última instancia no hacen mas que asegurar la rápida comunicación y una difusión inmediata de la información. Este progreso en muchos casos ha sido mas rápido incluso de lo que podíamos asimilar; era evidente que el mundo no iba a seguir siendo igual.

La catedral y el Bazar

Cada organismo social utiliza sus propios medios para coordinar a sus individuos. En el caso de una colonia de hormigas, éstas son capaces de guiarse por un rastro químico que van dejando allí por donde pasan y que indica la proximidad de peligro o comida. Es decir, según el olor del rastro de feromonas y su intensidad, las hormigas deciden si han de avanzar o apartarse. El sistema es tan eficaz que, si pones comida en un laberinto, siempre terminarán encontrando el camino mas corto. Las personas utilizamos otros mecanismos para autocoordinarnos y, dado que nuestro punto fuerte es pensar y procesar los estímulos que recibimos, la información es uno de los factores de los que mas dependen el éxito o el fracaso de una acción coordinada.

La catedral y el Bazar es un ensayo que trata estas dos formas de organizar sociedades. Enfocado hacia el mundo del Software Libre y de código abierto, analiza las estructuras de trabajo de una jerarquía organizada -la catedral- y las de una estructura descentralizada -el Bazar, en alusión a los mercadillos en las plazas de los pueblos- que se autoorganiza sobre la marcha con la intención de alcanzar unos fines concretos. Existen incontables ejemplos de aplicaciones prácticas para este modelo de desarrollo de proyectos, pero tan sólo voy a destacar un clásico ejemplo formado por dos entidades competidoras. La primera es una clara representación del modelo de Catedral: centralizada, financiada y dirigida por una de las corporaciones mas grandes del planeta y orientada hacia un modelo de negocio claro y directo como es la venta de un producto y los derechos de autor que su contenido genera, apoyándose primero en un soporte físico y después en el pago por suscripción.
La segunda es quizá el proyecto de Bazar por excelencia: tras marcar unas reglas del juego muy claras y definidas, se estableció un entorno de trabajo colaborativo totalmente libre en el que cualquiera podría participar de forma altruista. El material aportado es, de facto, libre de derechos y perteneciente a toda la comunidad en lugar de a su autor individual. Como colofón, el usuario final tendría acceso gratuito y sin restricciones de ninguna clase -nada de modalidades premium- y el sistema se financiaría únicamente con donaciones voluntarias.

Cuando se dieron a conocer ambos proyectos, a principios de la década de 1990, nadie en su sano juicio habría apostado un céntimo por Wikipedia como una competencia seria de la enciclopedia Encarta de Microsoft. Sin embargo, Encarta fue descontinuada en 2009 mientras que Wikipedia... bueno, Wikipedia no necesita presentación y poner un enlace a Wikipedia para explicar lo que es Wikipedia sería tan redundante como buscar Google en Google. Lo que quiero mostrar con estos dos ejemplos -que todo el mundo conoce- es que, además  de que el aparente desorden dentro de una estructura de Bazar engloba un orden superior que solo se empieza a vislumbrar cuando el proyecto ha avanzado hasta un cierto nivel de madurez, ésta estructura consigue alcanzar -con unos costes mínimos- unos resultados a largo plazo con los que una Catedral nunca puede competir.

Como decía al principio, los modelos de bazar se han visto sobretodo en el mundo de la computación y el software, de donde son nativos. De hecho, el modelo está tan extendido e implantado en este campo que, actualmente, es imposible que envíes un mensaje, leas un tweet, realices una llamada de teléfono, veas las noticias o visites una web sin que por el camino se ejecuten varios millones de líneas de código de software libre. Toda esta interacción entre protocolos, redes y servicios se agrupa formando otro bazar todavía mayor, el cual ninguna compañía podría haber implantado a título individual y en busca del beneficio propio. Lo paradójico -o no- de todo esto es el hecho de que ni el software libre ni el trabajo colaborativo y altruista han sido nunca una fuente de pérdidas, sino todo lo contrario, han reportado siempre beneficios tanto a sus creadores como al resto de la comunidad que los utiliza. Si quieres una explicación matemática mas formal de todo esto, el dilema del prisionero dentro de la teoría de juegos nos muestra que en cualquier estrategia en la que interactúen varios jugadores, todos obtendrán un resultado mejor si colaboran entre ellos que si enfocan todos sus esfuerzos en el benficio propio.

Un último apunte, quizá obvio a estas alturas: los modelos de bazar se han extendido desde el mundillo del software hasta multitud de ámbitos como la gestión del conocimiento, la enseñanza o la cultura. En sistemas basados en la producción de bienes físicos la cosa es siempre un poco mas complicada, pero en aquellos que giran alrededor de la información y el conocimiento, el Bazar ha sido y es capaz de poner contra las cuerdas a multinacionales y gobiernos... y este es exactamente el punto al que quería venir a parar desde el principio: Con las herramientas adecuadas y una buena estrategia, una organización ciudadana se constituye en un poderoso bazar capaz de competir seriamente con la estructura de catedral de cualquier gobierno. La política no es mas que una forma de manejar información, y ésta ya no es propiedad exclusiva de una élite privilegiada.

(Continuará...)

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